Me imagino al demonio-muerte preguntándote. … y dime muchacho, ¿qué es lo que te causa más placer?
Entender lo que sucede a continuación implica reflexionar sobre la naturaleza misma del infierno.
No estoy sugiriendo que el infierno exista, solo intento afirmar que, si existiese, su naturaleza debe consistir básicamente en la encarnación de varias ideas muy obvias, y documentadas, por cierto. La naturaleza del infierno deberá estar constituida, en primer lugar, de eternidad. Pero más importante que eso, deberá la eternidad estar acompañada de varias otras cosas. Serán mencionadas más adelante.
Por ahora probemos el concepto de nuestro infierno examinando posibles respuestas a la pregunta del demonio. Qué es lo que te causa más placer? Es posible responder de forma típica:
- Me gusta el sexo (Mea Culpa)
- Me gusta la comida (Mea Culpa)
- Me gusta dormir (Mea Culpa)
En el primer caso veremos automáticamente a la víctima aparecer en el acto mismo del coito con un acompañante excepcionalmente hermoso. No hablamos sin embargo del sexo creativo sino del, en algunas ocasiones necesario, mete-saca tradicional. La víctima sentirá un placer indescriptible cuando sienta que sus sentidos se desarrollan en el infierno en formas inimaginables. Cada olor, cada sensación retumbará en su sexo y en su conciencia casi calcinándola. Todo será placer infinito…..
En el segundo caso un manjar exquisito llega a tus manos mientras yaces acostado, lo diriges a tu boca y comes todo de él. Los sabores renovados en dimensiones increíbles derriten tu ser con un goce extraordinario. Tu estómago recibe el alimento, se llena, pero no se cansa de recibirlo……
El sueño te invade en la tercera opción, duermes un sueño profundo y tu conciencia se pierde en él hasta profundidades imposibles, pero en el fondo eres consciente del placer del sueño, puedes pensar, puedes soñar a tu antojo, eres rey de tu propio sueño, eres un dios inmóvil. Eres, a fin de cuentas, un alma nueva en el infierno y por dios que el demonio sabe que a los nuevos hay que tratarlos con la deferencia que se merecen…..
Así comienza todo en el infierno, casi podríamos asegurar que no es, en absoluto, un infierno. Claro que después de unos años tal vez el sexo, la comida y el sueño en esas condiciones comienzan a transformarse en pura monotonía.
La monotonía se transforma pronto en hastió.
El desespero invade a la víctima, ella intenta desprenderse de su propio infierno de placer, pero no puede. Esta atada a su tormento, y es allí donde el demonio decide esperar unos decenios más. Luego acelera el tiempo. El ritmo del mete-saca ahora dura milésimas de segundo, y la conciencia del afectado no es capaz de comprender. El desespero ahora es sólo la antesala de la locura. El sexo: sólo una cosa que el cuerpo esta obligado a hacer como una máquina veloz compuesta de músculos y viscosidades que tiemblan de manera incontrolable. Por el otro lado, el sueño no cesa. La víctima intenta escapar de su bruma, pero esta obligada a permanecer inmóvil. Palpitando en el silencio, siglos enteros.
Obviamente el infierno respeta la unidad de la conciencia, pero no la del cuerpo. El cuerpo puede desdoblarse y multiplicarse. Imaginemos que mientras cumple con su placer-tortura a la victima se le otorga, cientos de años después de recibir el primer tratamiento, un nuevo cuerpo. Un acontecimiento de su vida es escogido. Alguna vez pasó alguna vergüenza, una humillación publica. Ese acontecimiento ahora se le repetirá en su nuevo cuerpo. En esa humillación, tal vez, los muchachos del colegio se ríen de la victima, de sus defectos. Ese acontecimiento lo marcó en su adolescencia y ahora se le ofrece como una tortura simultánea. Pero no, eso no surtiría efecto, diríamos. Ahora tiene este otro problema del placer que lo atormenta (sexo, comida, sueño). Así que, ¿qué puede afectarle esa pequeña y pasada humillación, ahora que ya es adulto, y que ha muerto, y que tiene este otro problema del alimento infinito que pasa por su garganta y su boca entumecida?. Pero pasan los años y ese momento sigue cristalizado en la eternidad. Ya no es tan fuerte para soportar la humillación, las risas de sus compañeros son tan rítmicas como los sonidos de su respiración al dormir, o las salidas de excrecencias en sus genitales. Sus defensas psíquicas se desgastan. Las voces de los burlones se agolpan en su cabeza al ritmo de un metronomo demencial. Pide desesperadamente que todo acabe.
Puede que después, otro de sus cuerpos, sea atormentado con otro suceso, el puño de su padre sobre su boca se repetirá, de nuevo en su propio rítmo: pun, pun pun pun pun pun pun pun pun, una y otra vez. Todos los acontecimientos dolorosos de su vida serán repetidos. Todo a la vez, todo múltiple. una danza en círculos que nunca acaba.
Milenios después mientras, come, mientras duerme y mientras tiene sexo, será consumido por el fuego. Un cuchillo aserrado será enterrado en su ano, una y otra vez cada segundo.Pero todo muy lentamente. Entre cada nueva tortura pasarán siglos enteros, el demonio no quiere saturar tus sentidos. Todo lo contrario. Le interesa que sientas cada cosa lo más perfecta posible. Se te dotará de todos los cuerpo que sean necesarios, mientras tu conciencia recibe todas esas sensaciones altamente diferenciadas y cadenciosas.
Tarde o temprano el demonio se meterá con la conciencia misma. Empezarás a sentir emociones muy bien escogidas. Depresión, psicosis, miedo. No habrá un lugar de tu mente donde puedas esconderte. Tus múltiples cuerpos mientras tanto serán atacados por nuevas sensaciones que se repiten y no cesan. Recordemos que pasan siglos entre una cosa y otra. Imagino al demonio con una lista de tareas donde se detalle las torturas por venir para los miles de millones de residentes de su hogar, y aún así pasará eones lleno de pereza en su silla.... Pues hay que dejar pasar el tiempo suficiente, y aunque no lo creamos en el infierno el tiempo sí tiene sentido.
Te darás cuenta, tarde ya, que esos múltiples cuerpos son sólo uno, que todos esos castigos confluyen en una sola cosa de carne compuesta de múltiples dimensiones. Para ese momento la comida dejará de tener sabor y se transformará en mierda. Tu garganta estará ulcerada y tu estomago henchido de gases y porquerías indigestas.
Dormirás, pero serás consciente de cómo tu cuerpo se pudre en vida y los insectos se apoderan de toda hendidura de tu rostro. Pero estarás dormido.
Tu sexo no soportará el castigo y comenzará a despellejarse y a supurar, pero estarás atado a tu espasmódico e infinito mete-saca. Soportarás los calambres y los dolores y allí estarás. Con tu indeterminadamente lujuriosa pareja de sexo gimiendo de placer, y hasta sus gemidos serán intolerables y sin dejar de penetrarla o dejarte penetrar vomitarás sobre su cuerpo. Pero luego te obligarán a engullir tu propio vómito mientras duermes.
Por supuesto que gusta el sexo, la comida y dormir. Veamos que piensas de hacerlo todo al tiempo, en proporciones grotescas, por toda la eternidad. Sentirás todo al mismo tiempo: sexo, humillación, dolor, miedo, laceración, depresión, mierda, golpe, el dedo en el culo, el dolor de cabeza que palpita, por un solo oído simultáneamente se te derramará aceite, serás violado por allí por un elefante, te gritarán las humillaciones más terribles, escucharás la voz sonriente de tu enemigo, y un sonido de decibeles imposibles destrozará tu tímpano, y etc.……Al cabo de los siglos olvidarás que fuiste humano alguna vez. Todo será como una música de dos tonos que se repite: ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra ta Ra Ra ta Ra Ra ta Ra Ra ta Ra Ra ta Ra Ra ta Ra Ra ta Ra Ra ta Ra……
No es posible sin embargo describir el infierno tal como lo deseo presentar. El lenguaje no alcanza a concebir esa multiplicidad, ese hastío y esa repetición.
Pero lo único que tengo ahora son tontas palabras. Metáforas de la decadente industria humana, así que tendrá que bastar.
Hastío y Repetición. Conceptos fundamentales para entender la idea de un infierno en eternidad, pues la eternidad sólo es el marco formal, la arena de posibles. Pero, por supuesto, nada de sensiblerías metafísicas con lo del infierno. Los griegos ya lo habían dicho todo y sólo hay que actualizar su legado. A la mierda con el cuento que el infierno es alejarse de dios, o que es un estado del alma. Estupideces propias de la new age cristiana (que empezó con Juan Pablo II (dios lo tenga en su gloria, porque su infierno comenzaría, a pedido suyo, con un enjambre de maripositas acariciándole la línea del perineo)), y en unos meses me imagino a científicos, curas y pastores en acuerdo afirmando que el Infierno es un estado cuántico de la materia cuando la función de onda colapsa "de la manera que no es" (traduzco para el lector ignorante: "Todo es cuestión de perspectiva...").
No creo en el infierno, me parece una idea burlesca, demasiado mamífera, servil. Pero si el infierno existiera, no me lo imagino de otra manera que ésta. Despampanante, incomprensible, ridículamente mundano. Tan respetuoso de los valores propios de la humanidad: la repetición y el hastío.