Hola, este cuerpo se llama...



En la punta del dedo me sale una cosa rara, una costra dura y reseca.

-Es un hongo -me dicen-, esta crema te sirve.

Me echo la crema con juicio metódico y a los pocos días el hongo desaparece. Tengo tiempo de reflexionar sobre la situación. Obviamente el hongo estaba jodido. Lo siento mucho por él. Los hongos me caen bien. Al principio cuando no conocía qué eran, y como cualquier ignorante los relacionaba con los vegetales, me parecían la cosa mas aburrida de este mundo, y no entendía cual era la fascinación de, por ejemplo, los Pitufos con esas cosas en forma de paraguas (tal vez eran hongos alucinógenos los que ellos ahuecaban para convertirlos en su hogar, tal vez por eso parecían siempre tan contentos). Pero cuando me enteré que los hongos no eran plantas, y que estaban más cerca de los animales que de cualquier otra cosa, empezaron a fascinarme estos heterótrofos inmóviles con almas de buda.


Pero ese embrujo que ejercieron sobre mi no llega hasta el punto de permitirles ahora que se alimenten con mi cuerpo. En ese momento de la reflexión, mi mente da un salto y empiezo a pensar en lo que acabo de decir. En mi cuerpo. No yo, sino mi cuerpo. ¿Cómo es posible hacer tal diferencia?


Nuestra vida tranquila en el mundo ordinario se fundamenta en varios axiomas que hemos aprendido de una u otra manera y que definen nuestras experiencias. Creo que uno de esos axiomas es la diferencia entre nuestro yo, y nuestro cuerpo. No hablo de la dicotomía filosófica mente/cuerpo (y su tercer término, el puente conceptual entre los dos: el dolor). Sino de otra cosa tal vez más profunda.


Estamos tan acostumbrados a distinguir entre nuestra conciencia individual y nuestro cuerpo, que es muy fácil escapar montados en una nube de ambigüedades semánticas cada vez que algo como un hongo nos invade. Nos es difícil comprender que ese hongo nos carcome a nosotros. No a nuestro cuerpo, sino a nosotros. Hemos sido enseñados a separarnos de nuestro cuerpo cuando esta dañado, cuando esta cortado, sangrando. Nos hemos preparado para evadir el hecho que este cuerpo no es un vehículo de carne en el cual soportamos la vida, sino que de hecho no somos sino vehículos de carne, sin frenos, que se dirigen hacia un sólido muro.

Los animales, los virus y las enfermedades nos corroen desde dentro. Esa llaga en tu pie es tuya, las bacterias en ella te mastican, tu eres la llaga. Tu conciencia no es sino la suma de múltiples pústulas acumuladas.


Si diariamente pensáramos a conciencia en estas reflexiones, de por sí tan obvias, nuestra vida estaría llena de terror y oscuridad. Ahora me aterrorizo hasta cuando descubro un mosquito bebiéndome, y me pregunto, ¿que otras entidades oscuras esperan para vaciar mi existencia?


Me alimento, me consumo, me bebo y destrozo mi ser bajo el asfalto. Soy presa de mi mismo, pues mi único fin es poseerme, poseer la carne que soy, lo inflado de mi vientre, el dolor en mis intestinos, el medicamento para la depresión que consumo y el pene que reviso todas las mañanas al bañarme. Todo eso soy. Yo soy. Aquí estoy en mi sangre, en mis heridas, en mi podredumbre. Le he ganado la partida al hongo, pero no al mosquito, no a la bacteria anónima que llega a mi mano después de saludar a otra persona, y que llevo a mi boca sin querer minutos después. Esa bacteria ahora soy yo, y tengo intenciones de destruirme. Mi Cracoucas personal.


Así como las cosas se impregnan de terror al reconocer la evidencia que yo soy mi cuerpo, así también experiencias de otro tipo adquieren un matiz nuevo: la alimentación, el beber agua, el sexo por medio del cual penetras, muerdes, lames y aprietas a otro existir...


fin




PD: A propósito, eso de los pitufos y sus hábitos alucinógenos no era en serio. Sé de pitufo-poeta, de pitufo-carpintero, pitufo-tontin, la nana-pitufo y papa-pitufo, hasta pitufo-filósofo, pero nunca supe de la existencia de pitufo-paranoico o pitufo-esquizo.

No creo realmente que consumieran setas tóxicas.

6 comentarios:

  1. Hola arañita, este cuerpo te saluda... que lindo lo que escribiste! =)

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  2. En nombre de las bacterias de tu cuerpo que ven su propio Star Trek:

    "El Cuerpo ... la última frontera"

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  3. mmmmmmmmmmmmm... el que realmente consumia los hongos pos no eran los pitufos.... (los cuales nunca existieron en realidad). Quien sí consumía hongos era Gargamel quien deliraba con estos hombrecillos azules que sólo existían en su imaginación... una vez conocía una mujer que me aseguraba haber visto un pitufo... jejeje obvio que habia algo de hongos en su cuerpo cuando lo vio... saludos!

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  4. Hola CT:

    Un texto vertiginoso que me ha echado fuera de "moi".

    besos
    sb

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