Una Mierda de Artista

Recetas concretas para tres Obras de Arte

Receta para la obra artística A: Coja un perro de la calle, amárrelo a una cuerda en una galería de arte, tómele unas fotos, haga correr el chisme que la obra de arte fue dejar morir al perro de hambre y deje que los medios de comunicación hagan el resto. Después diga que la obra de arte no fue propiamente hablando la instalación con el perro, sino toda la barahunda de críticas y cartas ofensivas que usted recibió, y que el asunto era mostrar la hipocresía de la gente, cuando ve a un perro moribundo por la calle, no hace nada. Pero que sólo falta que lo coloquen en una galería para que todo el mundo llore, maldiga y se arranque las vestiduras. El perro nunca murió realmente. Autor: Guillermo Habacuc Vargas.

Receta para la obra artística B: desnúdese con su pareja, se colocan de frente uno del otro a lados opuestos de la entrada de un edificio concurrido o galería de arte. Dejen sólo un pasaje estrecho para que los idiotas obligados a entrar o salir pasen de lado. Las personas deben elegir a quien le restriegan el culo: si a él haciendo que las tetas de ella rocen su pecho. O a ella, enfrentándose con el pipí del otro. Después (o antes) diga que todo es un performance que explora “las relaciones interpersonales derivadas de la diferenciación sexual en las sociedades modernas”. Haga que numerosos críticos escriban ensayos profundos sobre el sentido de la obra. Colóquele un título muy académico para motivarlos (Imponderabilia, por ejemplo). Autores: Marina y Ulay Abramovic.

Receta para la obra artística C: dispóngase en serio a cagar con un fervor sistemático. No lo haga en el inodoro, sino en un sitio donde usted pueda controlar el destino de la sufrida. Tome toda la mierda resultante y envásela en varios frascos, como atún enlatado. Firme las latas con su nombre y véndalas gramo por gramo a precio de oro. Justifique todo como la manifestación de la ruptura del límite entre la obra de arte y el cuerpo del artista, o como una manera autofóbica de crítica al propio arte contemporáneo. Hágase famoso (más famoso). Autor: Piero Manzoni… Italiano, tenía que ser.



10 Consejos Generales para el Artista Contemporáneo

1) Obviamente ninguna receta para hacer una obra de arte particular funciona si usted ya no es previamente un artista, por lo menos debe tener contactos con gente que ya es artista. Usted debe haber estudiado arte por lo menos, o ser famoso por algo. La gente que no es nada de eso no es que no pueda, sino que debe esforzarse más.

2) Es de importancia radical que todos sus trabajos estén acompañados de una justificación conceptual profunda que ojalá se conecte con aspectos esenciales, crueles, injustos, horribles o simplemente poco normales de su biografía personal o de la sociedad en que usted vive.

3) Usted está en búsqueda de algo, explorando algo, considerando algo, criticando algo, denunciando algo, sufriendo algo. Entre más palabras complejas y sinuosas usted utilice para describir ese algo, pues mejor. Si usted, para dar un ejemplo muy básico, hace una serie de esculturas de penes de colores (estilo Warhol), entonces realmente usted no esculpe penes de colores, usted lo que hace es "explorar el tema de lo masculino".

4) Este es un recurso maravilloso: saque las cosas de contexto, es decir, simplemente coja cualquier objeto cotidiano o fantochada y póngala en la sala de un museo o en cualquier otro espacio donde generalmente usted no espere verla. Hay que aprender del maestro Duchamp. Obviamente que si la gente ve una horrible y triste realidad cotidiana en la sala de un museo o un objeto muy cotidiano como unas toallas higiénicas usadas bien sanguinolentas encima de un platico con florecitas en la Sala Principal de la Bienal de San Patricio eso generará polémica, rechazo e interés de los académicos de variopintas áreas. (un grupo de alemanes vestidos de Ku Klux Klan caminando por las calles de un barrio de negros en el corazón de New York puede ser una jodida obra de arte). En pocas palabras, la gente hablará de usted. El éxito está garantizado. Tenga fe en los críticos.

5) Acompañe toda descripción de lo que hace con palabras que demuestren el poder artístico de su obra. Palabras como: “creativa”, “simbólica”, “deconstructora”, “exploratoria” son eficaces pues con únicamente con oírlas uno ya cree que se encuentra en frente de algo importante desde el punto de vista estético. En el límite usted hasta puede crear un movimiento artístico nuevo fácilmente. Al fin y al cabo si hay algo que sobra en este mundo son ideas estúpidas.

6) Sepa que lo que importa no siempre es lo que usted pone en la obra, sino que muchas veces lo más importante será lo que no se encuentra en la obra. De esta manera, siempre puede apelar al resto del universo físico e ideacional (a ese macroconjunto complementario de la obra) para encontrar más significados a su obra y contrarefutar a los que la critican o a los que ven en lo que usted hace una tontería. De hecho, si lleva esta idea al límite, su obra de arte no sería lo que usted pone en una instalación (puede incluso ser un espacio vacío), sino el resto del universo. Esto incluye lo siguiente: que cualquier reacción (es mejor decir "efecto post traumático") que la gente pueda tener, después de contemplar su obra, es parte de la obra (sea una reacción buena, mala, de escándalo, de indiferencia). Pueden suceder varias cosas. Por ejemplo, si usted pudo predecir la reacción, eso muestra su genialidad y confirma sus sospechas estéticas. Si por el otro lado la reacción es imprevista, entonces eso muestra que su obra es tan creativa y autónoma que ni usted la puede controlar. Si la gente se escandaliza y dice que lo suyo no es arte, entonces diga que su obra de arte consistió precisamente en "explorar los límites de lo artístico"... Siempre funciona. No importa qué suceda, usted siempre gana.

7) Insistimos en que obviamente todo debe ir acompañado con argumentos bien complejos. Haga uso de cualquier concepto filosófico, económico, religioso, histórico, político, antropológico que pueda encontrar. Ahora bien, lo importante no es que la obra sea la manifestación de un concepto o una idea, sino que se encuentre en los límites de dos conceptos o ideas en conflicto (puede que el único conflicto entre los dos sea la propia obra, da igual). Eso le dará a la obra una tridimensionalidad conceptual y un dinamismo crítico innegable. Lea mucho, o mejor, deje que los críticos lean por usted, dedíquese únicamente a hacer (o a no hacer) y guarde silencio.

8) Usted en el fondo sabe que todo lo que hace es una basura o sea que un poco de ironía sobre su propia obra ayuda cantidades, pues lo cubre a usted de un halo intelectual de sinceridad artística que lo hará más auténtico.

9) Cualquier idea estrafalaria, puerca, escandalosa, ridícula, polémica, antisocial que usted pueda realizar con su propio cuerpo es una obra de arte, un "performance". O si hace alguna cosa vándala y destructora sobre un lugar u objeto público entonces es una "intervención". El único requisito es que se encuentre la obra acompañada de dos párrafos bien poéticos o profundos que la describan, escritos por usted o por sus críticos (de nuevo muchas veces lo mejor es dejar que los otros interpreten lo que uno hace: los críticos y los profesores son los que mandan).

10) Sea valiente. A muchos se le ocurren estupideces, sea porque son bobos, o porque son enfermos mentales o porque simplemente se lo proponen, pero sólo pocos tienen el valor de exponerse a sí mismos (por convicción artística o por un afán pragmático, da igual) y correr con el riesgo de ganar fama, prestigio y dinero, o ser olvidados para siempre. No lo dude con esa idea heterodoxa, el éxito lo dirá. Lo importante es que se le ocurra a usted primero y que sea capaz de circunscribir un momento, un lugar y unas condiciones bien precisas para que su burrada se transforme en obra de arte. De todas formas, si fracasa, siempre puede escudarse usted en que es un artista incomprendido. Recordemos a Nerón y sus pantomimas mortales.

Reflexión

Cuando una amiga me contó lo de Imponderabilia (obra artística B), me preguntó - ¿de qué lado pasarías?, ¿de frente a la mujer o de frente al hombre? - Le espeté enojado con actitud wittgensteniana que las preguntas idiotas o sinsentido no tienen respuesta y que me dejara de preguntar payasadas. En seguida supe que mi respuesta no era contundente, era una respuesta mala, idiota y le seguía el macabro juego al asunto…

- ¿De qué lado pasaría usted? -

Lo del perro de Habacuc es otra cosa más patética aún. Me llegaron las fotos del perrito y me escandalicé, me horroricé, casi parto la pantalla del computador de la ira, después me entero que todo era un montaje y hasta aparecieron cartas de la galería y de los jurados de la exposición certificando que todo fue un engaño mediático, y que la obra de arte fue precisamente el show desesperado armado por todos, incluyéndome que le mandé un correo lleno de rabia a mis amigos. Resultó entonces que nada fue real, el perro nunca murió.

Pero… ¿Cómo diablos sabe uno qué es lo real y qué es lo ficticio? Sinceramente uno no sabe. Todo puede ser un montaje, incluso la declaración de los jurados y de la galería (sobre lo del perro) podría ser un montaje para encubrir el hecho de que el perro realmente murió (según lo que yo puedo saber, puede que la galería ni exista). No estoy diciendo que sea así, solo apunto al hecho de que podría ser así. Que la gente crea en los medios es una realidad inevitable, algo que no proviene de la maldad capitalista de los tiempos modernos, sino que es fruto de una constante de nuestra naturaleza humana. Esa inocente pasividad del humano frente a lo que escucha sólo la cura la ironía y muchas veces la indiferencia, y aún así con años de aquello es imposible distinguir la realidad de la mentira, porque no hay punto de referencia con qué distinguirlas (no nos molestemos en refutar al que piense que existe tal punto de referencia).

Habacuc nos engañó a los sensibles utilizando los medios de comunicación. Muy bien, acepto mi inocencia sobre el asunto y la de mucha gente. Armó una estrategia inmensa para mostrar de lo que son capaces unas cámaras, dos pronunciamientos enigmáticos suyos sobre el destino del perro, y lo que él llama la hipocresía de la gente que sólo se preocupa por un perro flaco cuando lo ve en una sala de exposición amarrado inocentemente.

Pero, también hay que ver que se pueden encontrar muchos activistas que protegen los derechos de los animales a capa y espada, a corazón y hierro, y que son capaces de rescatar pollos de las granjas y vacas de mataderos. Así como gente que rescata perros de morir hambrientos y solos. Tengo una amiga que le dicen loca porque llora cuando ve un perro flaco por la calle y se lo quiere llevar a su casa, y que ya no puede tener más perros porque no tiene ni dinero ni espacio suficiente para más. A esos, a esos que no son hipócritas sino almas sensibles y decididas, también los embaucó, y allí no veo moral alguna que justifique la porquería de Habacuc, sino triste engaño y manipulación de sentimientos.

A fin de cuentas, no veo qué pueda decirse sobre el valor artístico de amarrar un perro huesudo, tomarle fotos y rajar de la ingenuidad e indiferencia del prójimo. Yo allí no veo obra de arte alguna. Pura bobada.

Mi amigo M me decía, al contarle la idiotez de Imponderabilia, que él si sabía cómo pasar por entre esos dos pendejos: pasaría de frente, no de lado, los empujaría y los haría caer si fuera necesario, por estorbar el jodido paso. Esta actitud sincera, proba y recta es una muestra de cómo hay que tratar ese tipo de arte. Lástima no haber tenido yo esa intuición tranquila cuando me preguntaron.

Sobre coger un tarrito y meter en él una mierda de artista no creo que haya que decir mucho, con recordar el asunto es suficiente.

Aquí es donde se supone que comienzo a rajar con sorna y grosería desmedida del arte contemporáneo, del arte conceptual, de los performances y toda esa carajada, pero no. Ya que no soy experto no tengo argumentos, así que me callo. No tengo ni idea qué es arte o qué es artístico, no pretendo saberlo, no me interesa, estoy desinformado y soy un ignorante, y  lo más probable es que también ignore qué tan ignorante soy.

Pero tengo derecho a expresar lo que, por mi propia cuenta, considero como arte.

Aclaro, no tengo una definición de lo que es una obra de arte, no creo que sea posible definir qué es el arte en general. Pero tengo un criterio (imperfecto) para decidir automáticamente, instintivamente, frente a algo que se me presente, si es una obra de arte o no. De nuevo me resguardo en las palabras de la autoridad:

La autentica obra de arte es aquella de la cual podemos decir sin error, antes de verla, que su existencia es imposible”.

Interpreto esto así: la obra de arte es un milagro hecho carne, una explosión de asombro que nos permite vislumbrar algo sorprendente. La obra de arte debe destruirnos, partirnos en pedazos. Ella nos alimenta hasta la gula o nos reduce en un segundo a la miseria. La obra de arte es irracional, oscura o luminosa, pero no tenue. Ella es un choque eléctrico en el cuerpo o en la mente. Una obra de arte nos deja atormentados, al borde de la locura, violentos, angustiados. Aquí no valen sentimientos mediocres. Sin sangre, terror, llanto o asombro no hay arte, la belleza no es suficiente… La obra de arte lo es porque antes de ella su existencia era imposible para nosotros, y ahora la vemos, y sigue siendo imposible, pero la vemos, la oímos, la tocamos, esa increíble contradicción nos parte, nos doblega, y caemos de rodillas. El universo por definición ya no es el mismo: o estamos más solos o somos parte de algo nuevo.

Una lista de obras de arte: el primer movimiento de la 5ta de Beethovenn (interpretado por Karajan/Berlín), el jardín de las delicias de El Bosco, el Tractatus Logico Philosophicus de Wittgenstein, algunas de las litografías de M. C. Escher, un tiburón, una medusa, el cuerpo de una mujer, una escolopendra, un agujero negro, el sistema de las tres críticas de Kant, la explosión de una bomba de hidrógeno…

Ahora bien, ¿este criterio va en contra del llamado arte contemporáneo (performances, happenings, arte conceptual y similares)? No. El problema de este tipo de arte no es su justificación teórica ni su naturaleza. Para mí un concepto puede ser arte, una acción puede ser arte, la línea entre arte y realidad no debería existir: la fotografía muestra eso y ella es un medio artístico legítimo. El problema es otro. El problema es la facilidad, lo inocuo, la intelectual insipidez de las ideas que conforman las piezas de ese arte, y de otros movimientos artísticos, tanto nuevos como viejos.

Lo otro realmente patético es la horrible majadería de estos artistas. Digo por ejemplo que un cuerpo de mujer es una obra de arte. La bobada está en coger una mujer, desnudarla en un museo y ponerle la firma de uno en el costado (otra joya del italiano dueño de la mierda de artista, Piero Manzoni, vean la foto que es genial (por lo idiota, por supuesto)).

¿Que pasa con el artista mismo en esta idea de arte que profeso religiosamente? Puedo hablar de mi experiencia: mis propios escritos literarios son el intento de alcanzar ese irracional asombro de lo artístico. No sé si lo logro y nunca lo voy a saber por mi propia cuenta. Esa es la gran tragedia de la persona que desea alcanzar el arte por sus propios medios. Pues en la medida que saco un relato de mi mismo, en la medida en que lo medito, lo produzco y lo redacto, ya lo he integrado en mi visión de las cosas. El texto se vuelve de inmediato natural y nunca llega a ser asombroso ni imposible para mí, sino vano, aburrido, soso, predecible. Cualquier supuesto artista que se vanagloria de su obra se engaña a sí mismo, porque en principio la supuesta grandeza de su obra le está prohibida. Todo aquel que pretenda ser artista está condenado al fracaso espiritual, con talento o sin él.

Es de resaltar que el criterio ofrecido es bastante exigente. Allí no cabe mucho de lo que se considera generalmente arte. Prácticamente todo lo que llamamos arte sufre de esa insipidez que el arte contemporáneo sólo heredó y transformó en su marca distintiva. Si se trata de distinguir entre arte y no arte, haríamos bien, para evitar que el inocente se equivoque, en pasar por el fuego la Gioconda de Leonardo, todos los cuadros de van Gogh, la obra entera de Picasso habría que pasarla por las llamas. En Colombia, Botero, Grau, no soportarían 3 segundos en la llamarada. Les prendería fuego sin dudarlo. Todo ese arte mediocre, vano, aburrido. Luis Caballero se salvaría del fuego sin lugar a dudas.

Por mi parte utilizaría la envasada mierda de artista para cubrir los desabridos lienzos en galerías enteras, con un pincelito no dejaría un color o una línea sin ser tapado por una mierda de artista. Cantidad de esculturas serían derrumbadas y cuadros pisoteados. Tomaríamos toda esa basura resultante y la inmolaríamos en una hoguera colosal, que la inmensidad de las llamas se transforme en nuestra verdadera obra de arte. Quemaríamos bibliotecas enteras de estupideces buscando un relato de Borges, buscando sumergirnos en los laberintos horribles de la Odisea, beber del cráneo ensangrentado de Poe, arrancaríamos y pisotearíamos páginas enteras de la poesía de Baudelaire buscando ese verso solitario que lo justifique como artista. Buscaríamos afanosamente a Carroll para salvarlo de la hoguera, y ese cuento de Quiroga que nunca olvidaremos. Tomaríamos todas las antologías literarias y las echaríamos al fuego, sin leerlas, sin dudarlo. El resto de las cosas, todo lo que antes se llamaba arte alimentaría esa hoguera impía por días enteros.

Al final dedicaríamos ese sacrosanto fulgor al dios que se encuentra detrás del verdadero arte. El verdadero arte que sólo atiende, sumiso, a un dios de blasfematorias exigencias.