El origen de unos objetos maravillosos y la imposibilidad de la visión


I

No hay nada más hermoso que la luz del sol. No sólo ilumina y da calor, sino que, entendámoslo de una vez, parte de nosotros es sol. Los seres vivos crecemos y fuimos creados en ese espacio erótico en el cual el sol perturba la tierra y la transfigura, inseminándola de energía. Somos carne terrestre organizada a semejanza solar.

En contraste con la luminosidad, y por ella, tenemos la sombra que protege. La oscuridad de las sombras es una cualidad contradictoria. Sólo posible a través del fulgor de su opuesto.

Todas las entidades existentes tienen su sombra, menos la luz en sí misma. La sombra entonces se desliza frente a nosotros sin dimensión y sin tiempo, un reptil ontológico que lame las superficies de lo físico: un camaleón de formas sin carne o huesos. Recubierto a veces de una piel de penumbras, otras veces despellejado hasta el duro hueso.


La luz, aunque constante universal, no es inviolable. La luz solar se pierde poco a poco en las profundidades del mar, por ejemplo.

Cuando traspasamos cierto umbral la luz parece desaparecer y nos encontramos en la oscuridad. Sin embargo, la luz no ha desaparecido, nada puede suprimir la luz solar. Se encuentra muy debilitada pero logran llegar a las zonas abisales minúsculos fotones que caen al suelo marino como una lluvia cristalina. Así llegamos al origen de unos objetos maravillosos, pues en esa planicie oscura reptan sigilosas, tenues pero existentes, las sombras de las ballenas.


Algunas veces olvidamos lo burda que es nuestra percepción, la cantidad de entidades que pululan a nuestro alrededor, tan ignotas como terribles o imperturbables.




II

Todos los objetos existentes tienen sombra. Los pájaros, las nubes, los árboles, las maquinarias y la luna. Pero no sólo objetos grandes, sino también los minúsculos o leves: brisnas de hierba, semillas de dientes de león flotando en el aire, pompas de jabón. Sin embargo, nuestra percepción no nos permite acceder a la realidad de algunas de esas sombras sutiles. Por ejemplo, no podemos ver, aunque podemos pensar, la sombra de los átomos de oxígeno presentes en nuestra atmósfera. Cada átomo de la atmósfera provocando un fino hilo de oscuridad cayendo en el suelo. El suelo lleno de millones de millones de microscópicos puntos oscuros danzando en caos, por culpa del sol.


Por otro lado, la luz de las estrellas nos llega a través de años luz de distancia, y en ese trayecto necesariamente captura cientos de sombras de objetos. De esa forma, cuando vemos una estrella, no vemos una luz regular. A nuestros ojos en cambio llega un minúsculo cernidero cósmico, lleno de pequeños orificios de oscuridad provocados por el espacio anegado de polvo, planetas y asteroides. De hecho, la pregunta a realizar es cómo es posible que podamos captar la luz de las estrellas, en vez de ver meras sombras, oscuridad pura.



Esto me lleva a un asunto problemático: la imposibilidad misma de la visión. No una visión en particular de algo, sino la imposibilidad de la visión total. El concepto mismo de lo visto, lo captado por el ojo.


Hace poco afirmé que todos los objetos existentes menos la luz tienen sombra…. Estaba equivocado. Un experimento sencillo lo corrobora. Tomen un haz de luz pequeño, como uno de esos láseres que usan los muchachos en los conciertos. Ahora tomen una linterna y atraviesen el haz del láser con la luz de la linterna. En la pared se verá una suave línea, un hilo opaco, la sombra del haz.


Con tantos diferentes focos de luz en el universo, los imagino surcándose en el espacio, y generando un aquelarre antinómico de sombras que engullera toda luz posible.


De hecho la hipótesis funciona con una única fuente de luz. Nada impide pensar en un haz de luz solitario (el ojo de dios) anulándose a si mismo. Los fotones, que no son partículas ni ondas (como pequeños japonesitos cuánticos en un metro de Tokio),
tropezándose entre si uno detrás de otro, impidiendo de esa manera la existencia misma de la luz, y por ende, de la visión.

4 comentarios:

  1. Hola Arañita, me encanto lo que escribiste...
    Las luces y las sombras quizas sean un efecto meramente perceptivo, y encandilados por la luz que se cuela en nuestros ojos, no veamos como el sol atraviesa nuestras celulas y se cuela por los espacios interatomicos de nuestro ser, esos vacios que son sombra, pura sombra esperando ser iluminados por el sol, o cualquier otra fuente de sabiduria, alegria, y vida =)

    Saludos desde mi remota morada en el fin del mundo =)

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  2. Imagino a dios no como la luz en la oscuridad, sino como la luz de la oscuridad...
    Saludos!!

    PD: Tu texto me hizo recordar a spinetta,"Todas las hojas son del viento, menos la luz del sol..."

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  3. En realidad.... pocos de nosotros nos imaginamos como seria nuestra vida ciegos. Para la mayoria, toda la percepcion del mundo depende de esa luz refractada y reflejada, de esas sombras... y para la mayoria, esa es la "verdad".

    Perdona las tildes, este teclado es gringo y no me quiere.

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  4. Hola señorita peces y pescaditos, que gusto leerla con una reflexión tan bonita.....

    Hola tir, anda esa vaina de dios no la entendí viejo man.....


    señorita paisita, como esta?
    no quiere quedarse ciego, la visión es hermosa......

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